Durante la primera mitad del siglo 20, era muy común que los trabajadores de diferentes oficios de la ciudad se ganasen un extra por Navidad pidiendo el aguinaldo a sus clientes y ciudadanos. Para ello se diseñaban tarjetas de felicitación personalizadas para cada oficio. El esquema era parecido: por una cara, dibujo de la profesión protagonista junto a ilustraciones referentes a la Navidad (familias, comida, belenes…), y por la otra, una felicitación generalmente en verso. La Biblioteca Nacional ha digitalizado muchas de estas tarjetas.