(...) A él, a su riqueza, a sus modales e incluso a sus favores se rindieron monarcas (el príncipe Andrés de Inglaterra o el también príncipe Mohammed bin Salman de Arabia Saudí), jerarcas (los presidentes de Estados Unidos Bill Clinton y Donald Trump), directores de cine (Woody Allen), actores (Kevin Spacey) y, claro, Harvey Weinstein. Él, que murió en la cárcel el 10 de agosto de 2019, fue pederasta, proxeneta y, ya se ha dicho, rico. Asquerosamente rico. En el más literal de los sentidos.