Te sigue faltando algo. No sabes qué es, pero esperas. Y te has dado cuenta tú solito porque navegas, con ansia escondida, entre mil páginas de internet, porque se te hace insoportable una bandeja de entrada invadida por mails de publicidad y trabajo, y porque te parece que los canales a los que estás suscrito están de horas bajas. Haces el esfuerzo de recordar, y descubres decepcionado que no te vale con el último anuncio que te emocionó. No basta, por lo menos no para ti. Quizás en otro momento de la vida pudo estar bien.