Las reuniones familiares se prestan a los brindis. Así que alza la copa y di «chinchín». Chinchín, que no ‘chin-chin’, ni ‘chin chin’. Todo juntito es como recomienda la RAE escribirlo. Porque, amigos, lejos de lo que muchos piensan, chinchín no es una onomatopeya ni imita el sonido de las copas de cristal al chochar una contra otra. Su origen es otro y tenemos que buscarlo en China, ni más ni menos. La palabra nos llegó a través de los ingleses, quienes la tomaron de la expresión china ch’ing ch’ing.