Algunos milenials tuvieron bisabuelos que no condujeron nunca un coche, pero que tenían vehículos. Sus audis eran caballos, sus opel corsa mulas, había burros como hoy dacias, y sus SUV familiares coches de caballos, o carretas. La brecha entre aquella generación y la que nació cuando los padres tenían coche de forma natural es tan enorme como la de los que nacieron sin internet y los que crecen con ella. Pero entre unos y otros, y sin importar los siglos, todos estuvieron, sin excepción, limitados por lo mismo: el precio del combustible.