El mito de clase media del titulado con un mal trabajo nos hace olvidar que, a la larga, no les va tan mal como a otros millones de trabajadores. Lo admito. Yo también fui un envidioso posadolescente, uno de esos universitarios que cada vez que veía a sus compañeros del instituto cobrar sus primeros sueldos, comprarse sus primeros coches y permitirse caprichos que estarían lejos de mi alcance hasta mucho después me preguntaba qué había hecho mal. El obrero con BMW, ese estereotipo de la época, era mi enemigo inconfesable.