Es así como las autoridades han decidido atrincherarse en la democracia, defenderla del monstruo, cuando en realidad el monstruo está ya dentro, campa a sus anchas por los pasillos del Parlamento y los salones del poder, y puede acabar zampándose la democracia mientras esta aparenta defenderse de sus enemigos. O si prefieren otra imagen que muchos tenemos en mente estos días: mientras esperan la llegada de los bárbaros, los auténticos bárbaros hace tiempo que acamparon en los jardines de Moncloa y en los pasillos del Congreso.