Hay varias conclusiones que dejó el
#8N. En primer lugar es que la gente no tiene miedo y que el modelo no incluye a todos. Probablemente, por esto un manifestante llevaba un cartel que decía: No soy golpista, soy golpeado. Es cierto que, al menos en la convocatoria en el Obelisco, en su mayoría los concurrentes pertenecían a la clase media acomodada; lo cual es lógico porque el gobierno se ha ensañado con ese sector de la sociedad y en política las reacciones son inexorables. Sin embargo, las consignas no eran clasistas.