No hay nada más perjudicial para el ser humano que lo que califica como “normal”, pues gracias a ello se asumen como naturales y necesarias unas prácticas o ideas determinadas y, al mismo tiempo, es anulado cualquier juicio crítico que pueda cuestionarlas. Esta normalización, sobre la que tenemos poco o ningún control, está legitimada y reproducida en algo tan aparentemente inocuo como el lenguaje. Es lo dicho, lo que hablamos, lo que escribimos, las expresiones que utilizamos al exponer nuestra opinión, el lugar donde aparece la norma de cada