A eso de perder los papeles al mismo tiempo que la nómina se le llama condición humana, aunque la generalización siempre es injusta. Hay personas nobles, leales, agradecidas, comprometidas, valientes, íntegras y dignas. Cuesta trabajo identificarlas porque no llaman la atención ni buscan protagonismo, pero existen. Están en el rellano de la escalera, en el asiento de al lado del autobús, junto a una pizarra, tras un mostrador y, a veces, frente al espejo. No son tan excepcionales como se piensa salvo en ese territorio inhóspito de la política.