La gran incógnita del Popular, que ahuyentó a los bancos deseosos antaño de engullirlo, son los futuros quebrantos que heredará el comprador. El Santander reconoció ayer que, con la operación, se expone a una avalancha de demandas de factura impredecible por la falta de precedentes en una resolución como la diseñada ad hoc para el sexto banco español, pero relativizó la contigencia desvelando que tiene acumulada una hucha de 5.712 millones de euros para todo tipo de litigios.