Para un profano el espectáculo del Real Madrid, con la dimisión forzada de su presidente, Ramón Calderón, y la inquietante plantilla que se apresta a sustituirle, con los poderes ajenos que apoyan las facciones, da que pensar en que sus seguidores, "cooperadores necesarios" son imbéciles. El Club más rico del mundo, el de los nenes malcriados, hace vibrar a muchos mileuristas. Un contrasentido.