Hoy, Brasil es conocido sobretodo como un país rico, emergente, de inmensas posibilidades, capaz hasta ahora de torear sin excesivos costes las crisis económicas internacionales. Es ya la sexta potencia económica del mundo. Y es también, al mismo tiempo, un país con graves lagunas sociales. Una de las más sangrantes, la acaba de revelar el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estística), un órgano del gobierno federal del máximo prestigio: todavía 11,4 millones de personas, como toda la población de Portugal, vive en barracas...