Nací en 1982, en esa misma casa del campo de refugiados de Rafá, que luego se amplió para acoger a toda la familia. Crecí allí, y todo creció con nosotros: la primera intifada, la resistencia, la escuela a la que iba andando todos los días. Ahora, la casa y sus recuerdos futuros han quedado destruidos, sus niños enterrados en tumbas prematuras. Hogares y recuerdos arrasados, sus habitantes sin casa y perdidos, tal y como lo fue siempre ese campo. No me volváis a hablar de paz.