Tito y Franco no podían ser, en muchos sentidos, más diferentes: eran las antípodas. Uno luchó con los nazis, el otro en contra de ellos; uno era un estricto reaccionario a favor de la religión, el otro un comunista ateo; uno fue excluido de las estructuras globales de gobiernoposteriores a la Segunda Guerra Mundial, casi un paria, el otro se integró completamente en ellas; uno lideró una guerra colonial, el otro fue idolatrado por los líderes anticoloniales; uno protegía la propiedad privada, el otro la abolía