Es nauseabundo que exista siquiera algo llamado "Los cien mil hijos de Iniesta", pero es que la fiesta de la masculinidad no acaba rompiendo una fuente o dándole un puñetazo al del equipo contrario, la fiesta masculina sigue cuando llegan a casa. Y ahí la masculinidad se demuestra de otra manera: violando a sus compañeras. Porque no, esos repuntes en la natalidad cuando hay una victoria futbolera no desatan la libido de las mujeres por arte de magia.