El trabajador moderno se levanta de la cama, gime y apaga el despertador. Pero los trabajadores británicos e irlandeses de la era industrial dependían de un método diferente para levantarse cada mañana. En el siglo XIX y hasta bien avanzado el siglo XX, un reloj despertador humano conocido como «knock-up» rastreaba las calles y despertaba a los clientes que pagaban para llegar a tiempo al trabajo. Armados con palos, o, en el caso de Mary Smith, un tirador de guisantes, golpeaban las ventanas o les lanzaban guisantes secos.