Cuentan en Kailahun, al este de Sierra Leona, que una serpiente salió de la casa instantes después de su muerte. Todos la vieron. La mujer llevaba varios días agonizando en la bruma de unas extrañas y virulentas fiebres, en el delirio de los vómitos, las hemorragias, el dolor. Y que fue justo en el momento de expirar cuando aquel animal salió de debajo de la cama, cruzó reptando la habitación y abandonó la casa por la puerta entreabierta. Ella fue el caso cero, la primera víctima de la epidemia en Sierra Leona.