El nacionalismo es la derivación de la crisis de la fe en el siglo XIX. Se mistifica el término de nación, pueblo, lengua, destino... Las manifestaciones nacionalistas son dramaturgias y liturgias cuidadísimas que evocan los autos sacramentales del barroco. Son como misas colectivas en que los participantes visten igual, sienten igual y se emocionan ante estímulos reiterados y que nunca terminan de saciar su ansia de absoluto. Es como la comunión por la fe.