Lo sabemos desde siempre, pero no espabilamos: el que hace las cuentas, puede hacerlas a su manera, para sangrar al vecino, o para que no se note su cara dura. La última pedrada de esta evidencia contable la he sabido hace poco al enterarme en detalle de cómo se calculan las balanzas fiscales entre las comunidades autónomas. Al final, parece que algunos ponen muchos y otros reciben mucho, pero la realidad es muy distinta, sobre todo para comunidades con tan mala fama como Andalucía, Extremadura y Castilla y León.