La opción fácil hubiese sido, pues, repetir la fórmula del éxito de Fargo. Una fórmula que, además, era la que habían demostrado dominar mejor: cine negro con tintes de comedia oscura, centrado en un argumentos donde un plan criminal se va complicando por momentos. La receta básica de la “película Coen”, por así decir. Pero negándose siempre a quedar encasillados, los dos hermanos decidieron cambiar una vez más de registro con su siguiente trabajo, The Big Lebowski