Los pornógrafos han construido una industria de $100 billones anuales, vendiendo, no sólo sexo como una mercancía, sino crueldad sexual. Ese es el corazón profundo del patriarcado, el lugar que los izquierdistas temen tocar: la supremacía masculina coge actos de opresión y los convierte en sexo. Un ensayo extraído del capítulo 4 “Cultura de resistencia” , Deep Green Resistance (La profunda resistencia verde) de Lierre Keith.