Mbappé ha aceptado un trillón de petrodólares. A cambio de este dinero manchado de la sangre de los esclavos pakistaníes, hindúes, ceilaneses y bangladesíes que han levantado esas Nínives de oro y plástico en el golfo pérsico, dinero corrupto de una teocracia fuera del mundo, ha renunciado a cosas que todo ese dinero no va a poder pagar. El sábado verá la final desde su sofá de oro. La final, que se juega en su casa, albergará el duelo entre dos equipos que ya escribían su nombre con letras de oro en la historia del fútbol cuando su PSG no...