Puta, marimacho, gorda, fea… estas son sólo algunas de las lindezas que desde sus tribunas maceradas en humo de pipa y ranciedad dedicaron nuestros ilustres académicos a la inefable Emilia Pardo Bazán. La gallega fue declarada culpable por sus señorías, como lo oyen, culpable de ser mujer, escribir y —tremenda osadía se viene— querer ser reconocida por ello. Hasta en tres ocasiones fue rechazada su candidatura para ingresar en la Real Academia de la Lengua, hasta en tres ocasiones recibió un portazo como respuesta por parte de Clarín, Zorrilla