El cuento del emprendimiento es la sublimación de la explotación, su estadio superior. Primero fueron los contratos temporales fraudulentos, luego las ETT, después los becarios, más tarde los falsos autónomos y, finalmente, los emprendedores. Aquí se alcanza el sueño dorado del capitalismo: la autoexplotación, el hecho de que sea el trabajador quien se explote a sí mismo. Es sencillo: o trabajas doce horas diarias para poder satisfacer una demanda exigente o te hundes. No tienes a nadie a quien reclamar, ningún empresario al que demandar y ...