Vaticinar el colapso de la civilización europea no tiene ningún mérito: lo estamos viviendo todos los días y la corriente no va a parar. Tal y como están las cosas, y con el predominio totalitario de las ideologías suicidas y crepusculares en boga, no debemos descartar que en un plazo mucho más breve de lo que se supone, quizás en treinta o cuarenta años, Europa occidental haya dejado de ser "europea" o, al menos, predominantemente "europea".