Cuando Armengol acabó su mandato en el Consell de Mallorca (el equivalente insular a las Diputaciones), muchos pensaron que se dedicaría a incubar escaño y a mecerse durante cuatro años en la dulce tibieza de los trabajos de oposición parlamentaria. Sin embargo, empleó el tiempo en modelar un partido a su medida, fulminó en 2015 a José Ramón Bauzá e inició los ocho años de Armengolato, periodo señaladísimo que ha conducido a las islas a un estado de cisma, histeria y desesperación civil.