He llegado a la conclusión de que los humanos deberíamos tener un botón de On/Off, que encendiera y apagara nuestro ser por partes. Uno, para clausurar la jornada corporal; otro, para apaciguar la actividad mental y un tercero para manejar las efervescencias emocionales. Me imagino estos interruptores como las clavijas de aquellas centralitas de teléfono antiguas que salen en las pelis de los 50's, donde para hablar con un número de abonado había que conectar el cable a mano y meterlo en el agujerito correspondiente para que los interlocutores