Son las tres y media de la mañana y la bruma espesa apenas deja ver el camino. En Fusagasugá, William Ramírez –atleta de 44 años, que corre desde los 17– participa por primera vez en una maratón de 80 kilómetros . Debe coronar el páramo del Sumapaz, superar pantanos y desfiladeros peligrosos, por donde sólo transitan mulas corpulentas. Pero no solo eso: también debe atravesar la noche, la madrugada, el pleno día. El calor húmedo, el frío gélido. Desplomarse unas 10 veces. Levantarse otras tantas. Perderse. Hallar de nuevo el sendero.