No soy muy futbolero, pero cuando metió ese golazo, igual que los de Nico, y un vecino gritó desde el balcón a pleno pulmón: -¡Vivan los jugadores españoles negros!– a mí se me saltaron las lágrimas como si me estuvieran estrujando el corazón. Un grito histórico, porque Lamine Yamal, a sus 16 años, les ha metido un golazo por toda la escuadra poniendo sus miserias patas arriba. Dejándoles desnudos ante su negrura y su ideología miserable y cavernaria. Un golazo al racismo y a la xenofobia como nadie lo había hecho en la historia de este país.