Sin embargo, la dinámica referendista en Europa dio un vuelco tras el final de la Guerra Fría. Una vez más, el nuevo estilo más agresivo procedía del Este y se materializó en la cascada de consultas que acompañaron a los procesos de independencia de las diversas repúblicas yugoslavas y soviéticas, arrancando en diciembre de 1990 en Eslovenia y sucediéndose a lo largo del siguiente año por los países bálticos, las repúblicas yugoslavas y Ucrania. Todos con alta participación, y resultados abultados a favor de una opción, en torno al 90%.