Carmen tiene 58 años, cobra el subsidio por desempleo y tiene un dolor de garganta que se repite en el tiempo. Acude a su médico de cabecera para que le recete “algo para el dolor”. Es la tercera vez que va en cuatro meses. Si en lugar de acudir al centro de salud hubiera visitado las urgencias de un hospital, su conducta sería susceptible de ser penalizable.
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