El golpe de la pandemia en España está desbordando a las fábricas portuguesas que exportan ataúdes al país vecino. La demanda se ha duplicado, las empresas trabajan a destajo y empiezan a temer por la falta de madera. María Chao conduce una fabrica que vende ataúdes a España en la ciudad lusa de Chaves (frontera con Galicia). Ha tenido que aumentar turnos, organizar trabajo en festivos y ampliar su plantilla, de 21 a 28 trabajadores, para “multiplicar por seis o por ocho el volumen que manejábamos antes”.
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