Hay que ir a verlos como quien visita a un viejo amigo que prefiere la soledad: con respeto, sí, pero con una cierta frecuencia para que no les invada la melancolía. Los pinsapos (Abies pinsapo) adoran el aire fresco, los lugares umbríos, la niebla y la lluvia, y gracias a que varios puntos de Andalucía conservan estas condiciones, han llegado hasta nuestros días de manera casi milagrosa.
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