Escribir sobre un recuerdo significa modificarlo. No durante la escritura, sino después, al releer el texto, al pasar la mirada una y otra vez por las partes que decides narrar y al apartar una y otra vez las que dejas de lado. El recuerdo queda finalmente sustituido por las palabras escogidas, que ahora son surcos en la nieve mientras la memoria no manufacturada queda enterrada bajo un manto engañoso.
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La nostalgia ya no es lo que era