La relación de Luis G. Prado con Hungría empezó a finales de los 90. Primero se trató de visitas, luego de estancias más largas. Hace seis años decidió junto a su familia dar el paso y trasladarse a vivir en la ciudad que amaba: Budapest. Desde allí siguió con su trabajo de traductor y editor con el sello que había fundado, Alamut Bibliópolis. "No me había pasado inadvertido que el país de cuya capital me había enamorado estaba en trance de convertirse en un régimen difícil de definir, pero a todas luces alejado de la democracia liberal."
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