A finales del año pasado Berkeley se convirtió en la primera ciudad estadounidense en aprobar un impuesto de los refrescos. Un estudio realizado por dos economistas y titulado “La incidencia de los impuestos en las bebidas azucaradas: el caso de Berkeley”, concluye que este impuesto no funciona. Al parecer la razón es que las compañías de bebidas y refrescos han asumido la mayor parte del mismo , trasladando sólo una pequeña parte del incremento del precio a los consumidores.
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