Una escuela del distrito Parhova, sudeste de Rumanía, ha recibido autorización para mantener el esqueleto que utilizaba para impartir clases de anatomía, pese a que trabajadores sanitarios averiguaron que perteneció a un empleado de la misma. Los huesos pertenecen al profesor Alexandru Grigore Popescu, que dejó escrito en su testamento la voluntad de donar su esqueleto a la enseñanza tras ser limpiado y recompuesto para poder ser colgado en el aula en la que impartió clase durante 50 años.
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