Si Telecinco fuera una mujer, tendría el físico de Emma García. Cejas displicentes, cabeza basculante, vacilona cuando toca y hábil para el buenrollito y las catarsis falsas y chillonas. Combina unos aspavientos de folclórica re-lista con un vestuario más o menos elegante. Es una lianta profesional que capitanea cada mediodía, en esa cosa de Mujeres y hombres y viceversa, a un ganado de sombras de ojos y barbitas de tres días delineadas con escuadra y cartabón.
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