Reclutados exclusivamente en Italia, sus miembros debían ser duchos en el arte de la espada. Entre los ejercicios que usaban para mantenerse en forma destacaba el boxeo. Poco a poco, su eficiencia llevó a la Guardia Pretoriana a convertirse en una unidad capaz de alzar hasta la poltrona a emperadores. Pero también a arrebatarles esta silla
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