Un hombre de 60 años se aproximaba a chavales que jugaban a fútbol en la calle o en los parques y los agasajaba diciéndoles que tenían un talento especial y les prometía que si se ponían en sus manos acabarían en equipos de prestigio. Detrás de aquel ojeador se encontraba un depredador sexual que actuaba con el único objetivo de abusar de los menores. Los niños escogidos solían pertenecer a entornos vulnerables.
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