No había guerra que se le resistiera. Julio César sometió la Galia, derrotó a Pompeyo en la Guerra Civil e incluso tuvo tiempo de conquistar el corazón de Cleopatra a la vez que tomaba las riendas del milenario Egipto. Vini, vidi, Vinci soltó al Senado romano al explicar su rápida y rotunda victoria en la batalla de Zela sobre el rey oriental Farnaces II.
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