Las señales están ahí en forma de reducción de la demanda, que no afecta sólo a Europa, sino también al hasta ahora motor de la demanda mundial, China. Un mercado que si ha visto a tiempo el problema y ha comenzado, aunque algo tarde, a incentivar con fuerza la creación de nuevas marcas que ocupasen el hueco que las grandes se negaban por el riesgo a perder cuota en el mercado tradicional. Pero incluso esa apuesta donde se han bombeado miles de millones de euros a las nuevas empresas no está siendo suficiente
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