Casado intenta sacar músculo, pero le quedan inalcanzables los mayores pesos. Lleva infructuosamente varios años y, con ellos varias convocatorias electorales, sin lograr el alto rendimiento que esperaba de sí mismo. No puede. Es un político a medio gas, llamado líder pero sin ejercer un verdadero liderazgo de arrastre y seguimiento de conservadores y votantes que un día lo fueron del PP y hoy se buscan el voto por esas porciones que Aznar llamó acertadamente “la derecha troceada”.
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