Habían sido “elegidas” por Dios, pero fueron sometidas como esclavas, durante décadas, por un sacerdote y tres falsas religiosas. Una de las víctimas acabó suicidándose tras haber sido obligada a comer “mierda de perro”, según la Fiscalía de Portugal, que tras una investigación de cuatro años ha sacado el caso a la luz, denunciando a los cuatro por delitos de esclavitud y trata de seres humanos.
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