Miles de partidarios radicales de un presidente derrotado marcharon hacia la sede del gobierno federal, convencidos de que se habían robado las elecciones. Mientras tanto, y en tiempo real, un país conmocionado era testigo de lo que sucedía por la televisión y las redes sociales. La turba irrumpió en el Congreso, el Supremo Tribunal y el palacio presidencial. Las autoridades tardaron varias horas en restablecer el orden y detuvieron a cientos de personas.
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