Pese a la continua digitalización de todas las facetas de nuestra vida, la economía mundial sigue rotando en torno a las materias físicas. El dinero es físico, y se sigue invirtiendo en materiales y productos que aseguran un buen retorno y de los que dependen enormes industrias. El ejemplo más evidente es el petróleo, pero también elementos más mundanos como el trigo o más desconocidos como el paladio. Todos ellos tiene valores cambiantes en función de la oferta y la demanda.
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