Botellones, bailes, conciertos y fiestas sin mascarillas. Los efectos de los viajes de fin de curso a Mallorca han marcado un antes y un después para la situación sanitaria de España. Y aunque el objetivo de los estudiantes era divertirse por el término de la selectividad, su celebración no terminó como imaginaban: hasta la fecha, se han contabilizado más de 1.800 jóvenes infectados que se encuentran repartidos por trece comunidades autónomas.
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