Entre la galería de horrores ejecutada por dictadores Hitler ocupa el primer lugar, en el imaginario colectivo, seguido por Stalin. Cuando pensamos en los dos vienen a nuestra cabeza las fotografías de los campos de concentración llenos de esqueletos humanos y las duras condiciones del trabajo forzoso en los gulags siberianos. Pero hubo un líder político que superó sus cruentas hazañas y del que no solemos acordamos. Mao Zedong, presidente del Partido Comunista de China culpable de 45 millones de muertos en nombre de una utopía colectivizadora.
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