Paul Kern formaba parte de una avanzada del ejército austro-húngaro durante la Primera Guerra Mundial cuando en junio de 1915 recibió una bala disparada por un soldado ruso en el lóbulo frontal. Los médicos ya lo daban por muerto cuando despertó y no pudo volver a pegar un ojo hasta el día de su muerte, en 1955. Estudiado por el especialista más prestigioso de la época, nunca se supo la causa por la cual se convirtió en “el hombre que nunca duerme”